Category: Reflexiones
Cita sobre el destino de los muertos
Lectura del libro de la Sabiduría 2, 23-3, 9
Dios creó al hombre para que fuera incorruptible y lo hizo a imagen de su propia naturaleza, pero por la envidia del demonio entró la muerte en el mundo, y los que pertenecen a él tienen que padecerla.
Las almas de los justos están en las manos de Dios, y no los afectará ningún tormento. A los ojos de los insensatos parecían muertos; su partida de este mundo fue considerada una desgracia y su alejamiento de nosotros, una completa destrucción; pero ellos están en paz. A los ojos de los hombres, ellos fueron castigados, pero su esperanza estaba colmada de inmortalidad.
Por una leve corrección, recibirán grandes beneficios, porque Dios los puso a prueba y los encontró dignos de él. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto. Por eso brillarán cuando Dios los visite, y se extenderán como chispas por los rastrojos. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor será su rey para siempre.
Los que confían en él comprenderán la verdad y los que le son fieles permanecerán junto a él en el amor. Porque la gracia y la misericordia son para sus elegidos.
CIUDAD DEL VATICANO, 20 diciembre 2002 (ZENIT.org).- La virginidad como manifestación del Espíritu para el provecho común fue el tema central de la última predicación dirigida este viernes al Papa y a la Curia romana por el padre Cantalamessa para prepararles espiritualmente a la Navidad.
«Si la castidad consagrada es un carisma –afirmo el fraile capuchino–, entonces es más un don recibido de Dios que un don hecho a Dios. Se trata de una distinción fundamental que el padre Cantalamessa invitó a considerar desde una perspectiva positiva.
De ahí la necesidad –para los célibes y las vírgenes consagradas– de «pasar de la actitud de quien cree haber hecho un ofrecimiento y un sacrificio, a la actitud –absolutamente distinta— de quien advierte que ha recibido un don y que debe ponerse más bien a dar gracias», subrayó el predicador de la Casa Pontificia.
Ello también explica que quien ha sido tocado en el corazón por este carisma está llamado a testimoniar la humildad –que impide vanagloriarse de la propia continencia por el reino de Dios–, la libertad interior de una elección más fuerte que las tentaciones por las que se ve acechada, la alegría y la belleza de una vocación que simboliza al mundo la luz de la resurrección más que la tristeza de la cruz, y el aspecto del don más que el esfuerzo de la renuncia.
«Pero tal vez, el resultado más importante que se obtiene al hablar de virginidad y celibato en término de carismas es el de hacer caer definitivamente la latente contraposición entre virginidad y matrimonio, que tanto ha afectado estas vocaciones cristianas», constató el padre Cantalamessa.
«En la noción de carisma y en la de vocación –explicó–, las dos formas de vida pueden finalmente vivir plenamente reconciliadas y edificarse recíprocamente. La virginidad consagrada no es un asunto privado, una elección personal de perfección. Es, al contrario, “para el provecho común” y está para “el servicio de los demás”. En la Iglesia, vírgenes y casados se “edifican” mutuamente».
De acuerdo con la predicación del padre Cantalamessa, mientras los primeros llaman de nuevo a los cónyuges a «la primacía de Dios y de aquello que no pasa», los segundos pueden enseñar a los consagrados «la generosidad», el «olvido de sí» experimentado en el servicio a la vida y en la educación de los hijos, «una cierta humanidad que procede del contacto directo con los dramas de la vida».
«Esto muestra la utilidad de que haya en la comunidad cristiana una sana integración de los carismas –expuso–, por los cuales los casados y los célibes no vivan rígidamente separados los unos de los otros, sino de forma que se ayuden y exhorten mutuamente a crecer».
«No es cierto –advirtió— que la cercanía del otro sexo y de las familias, para quien no está casado, sea siempre y necesariamente una insidia y una oscura amenaza. Puede serlo si no se ha producido aún una aceptación libre, alegre y definitiva de la propia vocación, pero esto también se aplica a quien esté casado».
«Lo más bello que podemos hacer como conclusión de nuestras reflexiones sobre el celibato y la virginidad por el Reino –invitó el predicador del Papa— es renovar nuestro “Heme aquí” y nuestro “Sí”. No con una “resignada aceptación”, sino con el “deseo” y la “impaciencia” de María en la Anunciación».
Abre la puerta
A Roadmap for Life
Gloria Pitzer quips, “In parts of the world, people still pray in the
streets. In this country they’re called pedestrians.”
The late theologian and educator Henri J. Nouwen said about prayer,
“As we are involved in unceasing thinking, so we are called to
unceasing prayer.”
For some people, prayer is like a spare tire. They keep it in the
trunk of their automobile and don’t think about it most of the time.
But it’s there if they need it. When they have a flat tire they open
the trunk and rely on the spare to get them through the emergency.
Like the soldier in a foxhole: bombs were bursting all around and he
prayed, “Lord, I haven’t bothered you in twenty years. Get me out of
this alive and I promise not to bother you for another twenty!”
Prayer is far from unceasing for him; it is more like a spare tire.
For other people, prayer is a road map. Not discreetly tucked away in
small compartment and rarely used. Instead, it is spread out on the
car seat next to the driver and consulted regularly. They understand
that the road map is essential if they are to head the right direction
and stay on the correct path. It is there to guide their lives and
must be used at all times.
People of many faiths practice prayer or meditation along life’s
journey. Let it become a frequently used road map rather than a spare
tire and you’ll find you end up where you need to be.
By Steve Goodier