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Reflexiones

Las Manos de Dios

Las Manos de Dios

 


Cuando veo la tierra quebrada y abandonada;
hogares y vidas humanas arrasadas
por la furia de los ríos;
amigos y compatriotas con la mirada perdida
porque perdieron todo, hasta lo irrecuperable;
me pregunto…
 
¿Dónde estarán las manos de Dios?
 
Cuando observo la injusticia, la corrupción,
el que explota al débil;
cuando veo al prepotente, pedante,
enriquecerse del ignorante y del pobre,
del obrero y del campesino
carentes de recursos para defender sus derechos,
me pregunto…
 
¿Dónde estarán las manos de Dios?
 
Cuando contemplo a esa anciana olvidada;
cuando su mirada es nostálgica y
balbucea todavía algunas palabras de amor
por el hijo que la abandonó,
me pregunto…
 
¿Dónde estarán las manos de Dios?
 
Cuando veo al moribundo en su agonía lleno de dolor;
cuando observo a su esposa y a sus hijos
deseando no verle sufrir;
cuando el sufrimiento es intolerable
y su lecho se convierte en un grito de súplica de paz,
me pregunto…
 
¿Dónde estarán las manos de Dios?
 
Cuando a esa jovencita que debería sonar en fantasías,
la veo arrastrar su existencia y en su rostro
se refleja ya el hastío de vivir,
y buscando sobrevivir se pinta la boca,
se ciñe el vestido y sale a vender su cuerpo,
me pregunto…
 
¿Dónde estarán las manos de Dios?
 
Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada
me ofrece su periódico,
su miserable cajita de dulces sin vender;
cuando lo veo dormir en la puerta de un zaguán
tiritando de frío,
con unos cuantos periódicos que cubren
su frágil cuerpecito,
cuando su mirada me reclama una caricia,
cuando lo veo sin esperanzas
vagar con la única compañía de un perro callejero,
me pregunto…
 
¿Dónde están las manos de Dios?
 
Y tuve la osadía de enfrentarme a Él y le pregunté:
“¿DÓNDE ESTÁN TUS MANOS SEÑOR
para luchar por la justicia,
para dar una caricia,
un consuelo al abandonado,
rescatar a la juventud de las drogas,
dar amor y ternura a los olvidados?”
 
Después de un largo silencio
escuché su voz que me reclamó:
 
“No te das cuenta que tú eres mis manos,
atrévete a usarlas para lo que fueron hechas:
para dar amor y ser instrumento.”
 
Y comprendí que las manos de Dios soy YO,
… y eres TÚ!
 
Los que tenemos la voluntad, el conocimiento y el
coraje para luchar por un mundo más humano y justo,
aquéllos cuyos ideales sean tan altos que no puedan
dejar de acudir a la llamada del destino,
aquéllos que desafiando el dolor, la crítica y la
blasfemia deciden ser las manos de Dios…
 
Señor, ahora me doy cuenta que mis manos
están sin llenar,
que no han dado lo que deberían dar,
te pido perdón por el amor que me diste
y que no he sabido compartir,
las debo de usar para amar y hacerle honor
a la grandeza de la creación.
 
El mundo necesita mis manos, las tuyas,
llenas de ideales y estrellas,
cuya obra magna sea contribuir día a día
a forjar una nueva civilización,
que busquen valores superiores,
que compartan generosamente
lo que Dios nos ha dado y
puedan al final llegar vacías
porque entregaron todo el amor
para lo que fueron creadas…
 
Y Dios seguramente dirá: “¡ESTAS SON MIS MANOS!”

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