“Dragones de Altai” es un cuento que escribi en mi primer año de secundaria. Todo comenzo como un trabajo en la clase de Español. Antes de ponerla en la pagina le hice algunos cambios y asi es como quedo. Espero que la disfruten.
Algo que me gustaria agregar, para aquellos que no saben. En la historia menciono el nombre de los Montes de Altai. Altai es una montaña en Asia, donde solian enterrar a los descendientes de Genghis Khan. Hay quienes sabran que la historia de Genghis y Kublai Khan me fascina, asi que pues tenia que mencionar el nombre de algun monte sagrado o algo asi de la Antigua China en mi historia. Algunos dicen que no tiene final, pero si lo tiene!!! Asi que read closely.
Dragones de Altai
El dragón volaba por el aire con sus alas extendidas, era majestuoso y quemaba todo cuanto veía o estaba a su paso. La gran serpiente con alas; el legendario dragón con sus grandes alas extendidas nos estaba persiguiendo. Con sus enormes garras intentaba atraparnos. Mi primo y yo estábamos exhaustos, sudando, y con varias quemaduras. El calor nos hacía mas débiles y el terror nos inundaba. Nosotros solo pretendíamos correr, correr, y correr más, aunque cada vez fuéramos mas lento. Aquel feroz dios no nos iba a perdonar. Luego nos separamos y pude esconderme en una grieta. Mi primo no tuvo la misma suerte.
Todo comenzó cuando mi madre nos advirtió que no fuéramos a los montes de Altai, pues el lugar estaba abandonado de toda vida humana desde hace años. Sabíamos muy bien que en las cuevas dormían los protectores de ese lugar: los dragones. Todo aquel que se atreviese a entrar merecía morir. Torfilo y yo solo éramos curiosos. Decidimos, sin pensarlo, entrar. Para nuestra desgracia, al ir subiendo Torfilo tropezó y tiró un grito de pánico, despertándolos.
Un enorme dragón salió de una de las cuevas e hicimos todo lo posible por bajar sin ser vistos, pero al llegar al pie de la montaña de la cual bajábamos, nos encontró. Antes de poder siquiera escondernos, comenzó a perseguirnos.
Yo observaba a Torfilo desde la grieta hasta que mi primo se convirtió en una flama gigantesca, y seguida de ésta, en un bulto negro desvanecido en la boca de la fiera. Salieron más dragones y uno de ellos me miró con sus aterrorizantes ojos de reptil, llenos de ira y furia. Se dirigió hacia mí. Envuelto en terror, yo temblaba. Se detuvo frente a mi, abrió su gigantesca boca, y aquella enorme criatura mitológica exhaló fuego…